El día de hoy,
estaba leyendo la columna correspondiente a esta fecha, del Doctor Macario
Schettino (economista), y mencionaba el terrible problema de los empleadores,
empresarios pequeños y medianos (PYMES), quienes fueron abandonados por el
gobierno en turno, y fueron abandonados por sesgos ideológicos más bien estúpidos;
porque en México al empresario se le ve como un ser rapaz y avaricioso (erróneamente
usan la palabra ambicioso, en especial el presidente López), un ser despreciable
cuyo único objetivo en la vida es amasar fortunas haciendo sufrir a otros, y
esos otros son los pobres “el pueblo bueno”.
Dentro del pleito,
que tiene el presidente López, contra los grupos de poder y control político,
que existen en el país, conocedor de las formas, las trampas y la corrupción
que existe entre algunos empresarios (que aún siendo muchos son los menos) y
los políticos, ya que él fue financiado por años, por empresarios que hoy están
cobrando las facturas vía el presupuesto gubernamental, sino vean el tamaño que
las asignaciones directas, tienen hoy día dentro de los contratos ya colocados,
pues ha decidido atacar a los empresarios, para que no se les ocurra financiar
a sus enemigos y adversarios políticos (como lo hicieron con él), y así poder debilitar
y obligarlos a ceder ante sus caprichos y deseos de hegemonía, en medio del
fragor de esa batalla han quedado atrapadas 650,000 empresas, que emplean de 1
a 5 personas, y otras 300,000 que emplean de 6 hasta 50 personas, puedo hasta
entender al presidente pues quiere convertirse en un nuevo Plutarco Elías
Calles, pero sin ser exiliado, y fundar al nuevo PRI (ahora le llaman MORENA), no
quiere decir que al entenderlo estoy de acuerdo, solo que entiendo sus razones,
es más las estoy combatiendo, junto con muchos en este país, esta es la razón
de este escrito; pero es una verdadera tragedia el abandonar a estos
empresarios, que no solo NO andan buscando un empleo sino que otorgan unos 17
millones de empleos en su conjunto, de los 20.4 millones de empleos que estaban
registrados ante el IMSS en Enero de 2020, siendo unos 15 millones de estos
empleos en las empresas que emplean de 6 a 50 personas, estas empresas están en
riesgo de quebrar, y no precisamente por una mala administración, sino por la
falta de ventas, así de simple, si a eso agregamos cero apoyos del gobierno, y con
esto no solo señalo que el gobierno no les presto directamente dinero a sus
tesorerías, sino a créditos fiscales para posponer el pago de los impuestos,
para poder usar ese dinero que se tiene dispuesto para ello, para financiar sus
costos y gastos durante la contingencia, a no permitir que las empresas
pudieran poner en suspensión a sus trabajadores, con una parte del salario y una
parte del pago de la seguridad social, para seguir teniendo acceso al servicio
médico, es una situación extraordinaria y sin precedentes, se deben tomar decisiones
extraordinarias, los derechos de los trabajadores son una cosa maravillosa,
pero el primer derecho laboral de una persona, es el tener un empleo, sin este
no existen el resto de estos derechos.
Las empresas que
durante este periodo desaparecieron son 6,689, así es, los centros laborales de
miles de personas, simplemente desaparecieron, nunca más van a volver a abrir
sus puertas, el empresario en algún momento se recuperará, como lo he hecho
cuando he quebrado, la derrota y el fracaso no son para siempre, pero esos
empleados no sabemos cuanto tiempo permanecerán desempleados, porque además no
se están creando centros de trabajo nuevos, o sea empresas, si, así se llaman
los centros de trabajo, no son centros de trabajo, son empresas, y son la
expresión de una persona que se le llama empresario, no vulgar ambicioso, además
de que a ellos se deben de unir otros cientos de miles, que aunque sus empresas
no quebraron, se vieron en la necesidad de reducir el tamaño del sus
operaciones y por lo tanto tuvieron que dejarlos ir, así que la búsqueda de
empleo de todas estas personas será una verdadera aventura, son cientos de
miles, con empresas que fueron exterminadas, sin creación de nuevas empresas y
con la reducción de operaciones de otras miles de empresas, pues el panorama no
pinta nada alentador, para millones de familias mexicanas, que esperaban de
este gobierno un cambio verdadero, esperaban una transformación total de
nuestra nación, y no llego ni a make-up de salón para fiesta de XV años.
Un paradigma que urge cambiar en México, tal vez en
muchas partes del mundo, es ese que el marxismo-socialismo-comunismo nos ha
dejado en nuestros dogmas e idiosincrasia mexicana, latina: los empresarios
(que representan el capital) son malos, son ricos y por ello son malos, debe haber
unos que son parientes de Satanás o cuando menos sus representantes en este
planeta, como hay pobres que son una verdadera desgracia de seres humanos, que
son capaces de torturar a una persona, por un poco de dinero y resentimiento, los
hay, seguro que los hay, tanto ricos como pobres, pero se debe pensar que doña
Berna la señora de la fonda que está cerca de mi casa con sus 12 empleados y
las familias de estos empleados, don Goyo el dueño de la miscelánea donde
compró mis víveres con sus 6 empleados y las familias de estos empleados,
aunque tengan negocios pequeños, son empresarios, no son multimillonarios, no
tienen la capacidad de dar financiamiento a grupos políticos, no son
adversarios ni enemigos del presidente López, solo trabajan duro, dan empleo, y
crean riqueza, para ellos, sus empleados, sus familias, sus proveedores, los
empleados de sus proveedores y sus familias, para mi estos héroes, que soñaron o
que la adversidad de no tener preparación académica los orilló a arriesgar sus
pocos ahorros, su tiempo, que comenzaron en pequeños locales, sin más ayuda que
la de sus cónyuges, y que dando todo día a día lograron construir negocios
sólidos, pequeños pero al mismo tiempo grandes, durante años de esfuerzo y
dedicación; son dignos de recibir ayuda, no limosnas de 25 mil pesos, ayuda de
verdad, porque la situación que vivimos es extraordinaria, y son tiempos
extraordinarios, son tiempos de trascender el lastre de pensamientos del
pasado, que nos tiene hundidos y que no nos deja avanzar como país, como
nación, como mexicanos.